“Nuestra cabeza es redonda para permitir a los pensamientos cambiar de dirección.” -Francis Picabia
El cristianismo, y la tradición antiguo testamentaria que le precede, con sus raíces profundamente ancladas en narrativas espirituales, no es una entidad aislada. Desde sus inicios, ha estado en diálogo constante con diversas filosofías y culturas que les precedían o que eran adyacentes a esta y que no obstante les eran de influencia.
Claro influencia dicho de una forma amplia. En ocasiones esa influencia era basada en una resistencia total a las ideas de esas culturas, espiritualidades y filosofías, a evitar cualquier tipo de dialogo, y en otras ocasiones manifiesta en integración natural por adyacencia.
Desde sus primeros días, el cristianismo interactuó con las filosofías helenística. Pensadores como San Agustín y Santo Tomás de Aquino encontraron en el platonismo y el aristotelismo herramientas útiles para comprender y explicar la fe cristiana. Para ellos esta síntesis mostraba que la verdad, dondequiera que se encuentre, pertenece a Dios y puede integrarse en una cosmovisión cristiana coherente.
Así mismo, el Renacimiento trajo consigo un renovado interés en el humanismo, centrado en la dignidad y el potencial del ser humano. Figuras como Erasmo de Rotterdam demostraron que una apreciación de la literatura clásica y el pensamiento humanista podía coexistir con una fe cristiana profunda y reformadora. En esa misma línea filosófica humanística tenemos como ejemplo moderno desde la puertorriqueñidad a Domingo Marrero Navarro, de quien escribiremos en alguna otra ocasión.
Dicho esto, no debe ser muy sorprendente tratar de ampliar la experiencia del pensamiento y de la conciencia con ideas de diversos lugares. Tomar la fe y sumarle formas de acercarnos a ella. Honestamente esto es algo que de cualquier modo va a suceder, es parte de ser en sociedad y en cultura, y de lo que se trata es de lo extraordinario de poder hacerlo activamente y con precaución en vez de simplemente por inmersión sociocultural.
En mi caso, los acercamientos filosóficos de Nietzsche, Espinoza, Foucault y Žižek han sido instrumentales en el entendimiento de mi fe y de mi experiencia. Con el tiempo uno va dejando atrás algunos tipos de pensamientos y aferrándose a otros. He ido abandonando a Nietzsche y a Foucault mientras que Espinoza y Žižek se han vuelto de mayor importancia en mi vida y esto me parece que es en parte testimonio de la manera en que el pensamiento evoluciona y se desarrolla.
En otro momento histórico la filosofía del camino medio que se encuentra en el Budismo me creaba una gran resonancia con mi experiencia y ahora es algo que he reafirmado desde otra perspectiva con el Estoicismo que tiene unos conceptos paralelos con este tema…
Hablando de estoicismo, quiero invitarte a ampliar tu pensar y a considerar esta filosofía tan hermosa como parte de tu caja de herramientas para la vida y la fe. Así que voy a hablarte rápidamente de qué es el estoicismo, al menos mi opinión de este, y de las cuatro virtudes cardinales del mismo.
El estoicismo, una filosofía que se originó en la antigua Grecia y fue popularizada posteriormente en Roma por figuras como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, se enfoca en la práctica de la virtud, la sabiduría y el autocontrol como medios para alcanzar una vida plena. En su corazón, enseña que debemos aceptar lo que no podemos cambiar, enfrentar nuestras vidas con una actitud de dignidad y enfoque interno, y distinguir entre nuestros deseos y necesidades reales.
Los estoicos creen que nuestra felicidad depende de nuestra respuesta a los eventos externos, más que de los eventos mismos. Promueven la idea de que debemos trabajar en ser resilientes emocionalmente ante la adversidad y las dificultades. La filosofía estoica también enfatiza la importancia de vivir en armonía con la naturaleza y entender nuestro lugar en el universo.
Ahora, hablando de las Cuatro Virtudes Cardinales del estoicismo, estas lo son la sabiduría, la templanza, la justicia y el coraje. Estas virtudes forman la base de una vida ética y moral según los estoicos.
Coraje : El coraje en el estoicismo no solo se refiere al valor físico, sino también a la fuerza mental y emocional. Incluye la capacidad de enfrentar y aceptar la realidad, especialmente en situaciones adversas, y la disposición a defender las propias convicciones y valores, incluso en contra de la oposición o en circunstancias difíciles.
Templanza: La templanza es el autocontrol y la moderación en todos los aspectos de la vida. Se trata de la habilidad para resistir excesos y evitar comportamientos impulsivos o extremos. Esta virtud fomenta el equilibrio en el uso de los recursos y las emociones, promoviendo una existencia equilibrada y saludable.
Justicia: Esta virtud se centra en la honestidad, la equidad y el trato moral y ético hacia los demás. Implica actuar con integridad y tratar a los demás con respeto, consideración y compasión. La justicia en el estoicismo también se relaciona con contribuir al bienestar de la comunidad y la sociedad.
Sabiduría: Esta virtud se refiere a la capacidad de juzgar correctamente qué cosas son verdaderamente buenas y malas. Implica la habilidad de actuar con conocimiento, perspectiva y razonamiento lógico. La sabiduría también abarca la comprensión y aceptación de las complejidades de la naturaleza humana y el universo.
Cuando por cosas del destino, hace muchos años, como de entre los 15 a los 19 años, dediqué tiempo a estudiar alquimia, (de verdad que ni pregunten,) me quedé con una frase que es una de las máxima de esta práctica y que se le atribuye a un tal Isaac Baulot de su obra Mutus Libre o Libro Mudo en latín, esta frase reza así: “Ora, Lege, Lege, Lege, Relege, Labora et Invenies” que significa Ora, lee, lee, lee, relee, trabaja y encontrarás.
A esto te invito, a tomar este año que aún está comenzando y que ores; presentando a Dios tu voluntad de cambiar la realidad. Lee, lee lee; busca entender, aprender y salirte de la conformidad en la que tan comúnmente nos encontramos. Relee; vuelve sobre lo aprendido, míralo con nuevos ojos, busca nuevo entendimiento. Trabaja; no te quedes estático con lo que aprendes o buscas, úsalo para un nuevo entendimiento y que sea camino para el cambio y encontrarás. Correcto, encontrarás; nuevas respuestas, nuevas preguntas y una vida más rica desde la fe y desde la cotidianidad.
Bendiciones,
Febo